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El milagro del sordomudo. (2)
Correteando por la diversas calles de León, se topó con la Basílica de San Isidoro y la curiosidad le llevó a entrar en el templo.
En ese momento se oficiaba una misa y el chico ni corto ni perezoso se situó en la primera fila para observar todo aquello. En esos momentos vió como un señor vestido de forma lujosa, con muchos ornamentos parecía dirigirse a él. El chico no pudo por menos que verse totalmente sorprendido y absorto. Se quedó con la boca abierta. Aquel extraño personaje se dirigió a él y le dijo: "Quedas curado y tus ligaduras sueltas. Da gracias a Dios".
El muchacho perplejo y asombrado, al segundo se dio cuenta de que podía hablar, de que escuchaba y no tardó en salir corriendo de la iglesia con gran alborozo, gritando: Milagro ! Milagro !. Para dar gracias a Dios el chico no contaba con dinero ni con nada material con lo que poder agradecer tal milagro, por lo que optó por acercarse a un puesto donde vendían velas y cirios, y negoció con su capa (ferreruelo, una capa corta que se utilizaba por aquella época).