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Las razones pueden ser variadas y muchas han sido las explicaciones que tratan de entreverlas, pero entre ellas es fácil comprender el conflicto europeo entre el Reino Unido y la Corona española o las malas condiciones de las infraestructuras del transporte en nuestro país. Solo a partir de la llegada de los Borbones al trono español cambiará ligeramente la situación y algunos viajeros ilustres asomarán por las fronteras españolas.
Hemos explicado que entre finales del siglo XVI, época por la que se constata el principio del fenómeno conocido como Grand Tour, y la primera mitad del siglo XIX, cuando comienza lo que se considera turismo moderno debido a una serie de factores ya delimitados en este capítulo, nos encontramos en una época en la que el turismo es un método más de enseñanza, sin embargo, ya antes de 1850 se dan una serie de factores que irán conformando de forma lenta pero decisiva lo que será el nuevo tipo de turismo; en primer lugar los turistas de finales del siglo XVIII, los que se han venido a llamar turistas neoclásicos, y sobretodo los de principios del siglo XIX, los llamados turistas románticos, van a cambiar la concepción de sus viajes y se van a preocupar cada vez más por la observación de los lugares que visitan, es decir, en palabras de Judith Adler un paso de la percepción mediante el oído a la contemplación mediante la vista, es decir que a partir de este momento y hasta la actualidad el objetivo esencial de los turistas será el de conocer mediante una observación visual los principales monumentos, paisajes, lugares históricos, etcétera, de una determinada región o país (en inglés se conoce como sightseeing). Como este cambio va a ser fundamental tanto para el turismo moderno, como para el contemporáneo, se le deben dedicar algunas líneas, pero al tratar este estudio el caso del balnearismo, con aún más razón, porque precisamente pocas actividades turísticas tienen tanto que ver con la contemplación de la naturaleza y en pocos casos se ha realizado tanto esfuerzo como en los complejos balnearios (jardines, fuentes, etcétera) para que así sea.
Como ya se ha señalado, España queda alejada durante al menos la etapa que va desde finales del siglo XVI hasta el siglo XVIII de la zona de influencia del Grand Tour, por las condiciones "aturísticas" del país y la postura poco propicia de sus gobernantes a cambiarla, impracticable para un turismo en palabras de Luis Lavaur "elegante, culto, acaudalado, de gente bien, bastante exigente en materias varias y de confort".
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