Uno de esos días llegó a la famosa "posada de la Nuña", que se encontraba situada en el entorno de la Basílica de San Isidoro, un comerciante de Astorga conocido como Somoza. Venía con su joven ayudante o protegido, huérfano de padre y de madre y sordomudo. Una vez que habían tomado habitación quedó en salir para resolver sus asuntos, indicando a la posadera que vigilara al muchacho dadas sus especiales características.

Pero al poco de abandonar su amo la posada, para resolver sus asuntos de negocios, el chico, y la curiosidad que se tiene a esas edades, no pudo por menos que salir por las transitadas calles de León. Comenzó a caminar con el asombro de alguien que está descubriendo un nuevo mundo para el.