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El clima de León es muy propicio para el curado de casi cualquier tipo de embutido. Y el chorizo de León es uno de ellos.
Las distintas zonas de la provincia de León producen, en la mayor parte de los casos, chorizos de forma artesanal. Embutir en una tripa (preferiblemente natural) los ingredientes en su justa medida, magro de cerdo, tocino, pimentón y ajo (principalmente), le confieren a este embutido un sabor muy característico.
Luego el clima frio y seco de León se encargan del resto. Una curación apropiada para lograr un punto óptimo de consumo. Hay zonas en las que el humo también tiene su parte importante en este proceso.
Luego los rigurosos controles de calidad y sanidad a los que son sometidos, nos garantizan una gran calidad en el producto final.
Como en otros embutidos, podemos encontrar sus variedades dulce, semipicante y picante, para aclimatarse a todos los gustos y paladares.
Su duración es larga y no necesita de unas condiciones demasiado rigurosas de conservación: sitios frescos y secos. La humedad puede estropearlos de una forma más rápida que un clima seco.

En función de la composición y de la cantidad de ingredientes que se empleen, pueden ser más o menos grasos. Personalmente nos decantamos por los chorizos con mayor contenido en magro, más saludables y con menor contenido en grasa.
Pero no solo podemos encontrar los típicos chorizos de cerdo, sino que hay otro muy rico que se compone de carne de vaca. Aunque su sabor difiere un poco, puede pasar desapercibido a los paladares no expertos. Su textura, color, forma .... son idénticos a los chorizos tradicionales.
Las diversas formas que podemos encontrar en los chorizos de León pasan por dos, fundamentalmente: la forma de herradura y el que se conoce como cular, recto, largo y ligeramente más ancho que el de herradura.
Por supuesto que sabemos de otras variedades (de corzo, de jabalí, etc), pero esos ya no son típicos exclusivamente de León.
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